La educación del niño o joven acompaña el desarrollo en los ámbitos cognitivos emocionales físicos y sociales.
El niño se educa principalmente a través de la sincronización de su cerebro y su corazón con el de los adultos que están a su cargo.
Si consideramos sólo este aspecto podemos darnos cuenta de la gran importancia que tienen los procesos anímicos y cognitivos de este adulto. Si está estresado o no, si su autoestima es alta o no, si disfruta lo que hace, si está 100% presente en lo que hace o al menos lo intentó. Su patrón respiratorio, su tono de voz, las palabras que usa, su postura corporal, la velocidad con que se mueve, el cuidado o no cuidado con el que trata a sus colegas, a los otros adultos, al mismo niño o joven y a los otros niños o jóvenes. Cada uno de esos detalles ya están formando al niño o joven de manera indeleble. Por un lado desde la imitación y por otro lado desde lo que recibe directamente tanto emocional, cognitiva como físicamente.